martes, 29 de octubre de 2013

¿Que me ha supuesto leer "Mal de escuela"?

Buenas tardes queridos bloggers.
Se que llevo comentando sobre el libro "Mal de escuela" de Daniel Pennac, pero hoy tengo la necesidad de hacerlo, quiero explicar que sentido ha tenido leer este libro para mí.

Como futuro "no zoquete" y digo futuro porqué aún no tengo demasiado claro si he conseguido dejar de serlo, este libro ha sido una de las visiones más claras del esfuerzo diario y de la superación del "zoquetismo".
 En oposición al autor, yo no tenía ningún problema en el aprendizaje, de hecho sacaba sobresalientes en mi infancia, pero fue al llegar a secundaria cuando el zoquete que llevaba dentro salió y por poco no consigo pasar ni al bachiller. Es ahí, en secundaria, cuando conocí al hombre que me salvó de esta etapa. Mis padres siempre han sido un gran apoyo, pero ya sabéis, cuando se es adolescente los padres quedan a un segundo plano. Un hombre mayor, tocando la ancianidad, profesor de una academia de química, física y matemáticas consiguió que tuviera gran pasión por esforzarme y por superarme. Odiaba esas asignaturas por cierto, pero con sus continuos piques, trabajo diario constante y una sonrisa al dejarme ver que yo podía fueron mas que suficientes para que poco a poco mi zoquete desapareciera. Lamentablemente este MAESTRO ha muerto este año, abuelo de un íntimo amigo mío y padre de un profesor excelente. 
Aunque parezca rápida, estos años de mi vida fueron entre una penumbra para mi familia y un continuo pasotismo para mí, mi madre no sabia ya que hacer y yo solo sabia no hacer nada. 

En el libro, aparece un fragmento que me hace recordar todo lo que acabo de contar:
Llegó luego mi primer salvador. 
Un profesor de francés. 
A los catorce años. 
Que me descubrió como lo que era: un fabulador sincera y alegremente suicida. Pasmado, sin duda, ante mi capacidad de forjar excusas cada vez más inventivas para las lecciones no aprendidas o los deberes no hechos, decidió exonerarme de las redacciones para encargarme una novela. Una novela que yo debía redactar durante el trimestre, a razón de un capítulo por semana. Tema libre, pero me rogaba que las entregas llegaran sin faltas de ortografía, «para poder elevar el nivel de la crítica». (Recuerdo esta fórmula aunque haya olvidado la propia novela.) Aquel profesor era un hombre muy anciano que nos consagraba los últimos años de su vida. Debía redondear su jubilación en aquel antro absolutamente privado de un arrabal al norte de París. Un viejo caballero de anticuada distinción que había descubierto al narrador que llevaba en mí. Se había dicho que, con faltas de ortografía o sin ellas, era preciso emprenderla conmigo por medio del relato si se quería tener alguna posibilidad de abrirme al trabajo escolar. Escribí con entusiasmo aquella novela

Leyendo esto, creo que se entiende bastante bien el parecido. Cambiando francés por las materias que Arturo me explicaba, y ortografía por reglas numéricas, lo demás es muy parecido. La novela que yo debía escribir era la tarea mandada día a día más horas de estudio, que al no hacerse tenían castigo.

Finalizando, a parte de las memorias de todos estos años como a zoquete, este libro y en conclusión este fragmento ha logrado sacarme una sonrisa por todos esos profesores que han estado dándolo todo para poder conseguir que un alumno suyo encuentre el camino hacia el estudio, un camino duro pero con muchos beneficios. Este fragmento me ha hecho recapacitar sobre como fuiy como no debo ser para no volver a tener ese pasotismo, trabajar duro para conseguir las cosas.

 El trabajo de un profesor es vital para la sociedad y se debe tomar como a tal. 

2 comentarios:

  1. Excelente post. Interesante, rico, personal. Viva Arturo, lo que hizo contigo y lo que, tal vez, hará que hagas por los demás! Es una lástima que tu blog no tenga más visibilidad. Consejo: comenta en los blogs de tus compañeros (cuando lo estimes oportuno) y deja tu dirección en los comentarios. ASí más gente se beneficiará de leer tus entradas y se animará a enriquecerlas con su participación.

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  2. Gracias Víctor, me aplicaré tu consejo con ganas.

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